sábado, 18 de noviembre de 2017

Un pistolero en Westlands (Parte 3)

   Una bala perdida fue la responsable de la muerte del pobre anciano dueño del bar. Sus sesos quedaron desparramados por el piso, y su sangre manchó casi todas las botellas de la estantería a sus espaldas. El pistolero tuvo la agilidad suficiente para deslizarse hacia el otro lado de la barra, protegiéndose de los disparos. El soldado que quedaba se las arregló para escapar al exterior de la taberna, dejando a los hombres armados solos con el pistolero.

-Lamentamos que haya tenido que ver eso-Dijeron ambos al unísono-. Nuestro alto líder requiere su presencia en el oeste, si es tan amable de venir con nosotros...

-¿Para quien trabajan ustedes?-Preguntó Slayer mientras abandonaba su cobertura con lentitud. Su revolver estaba amartillado y listo para disparar.

-Somos los Hijos...

   Una bala a sus espaldas atravesó la cabeza de uno de los hombres, pero en realidad, no eran hombres. De la herida no brotó sangre alguna, pues expulsó algunas chispas y varias luces y mecanismos complejos estaban a la vista del pistolero. Se quedó paralizado viéndolo, mientras el otro androide (pues eso es lo que eran) salió para enfrentarse a sus contendientes. Slayer por fin abandonó su escondite y se dispuso a irse. En aquellas alturas de su vida, era casi imposible saber si lo buscaban para matarlo o para contratarlo. De cualquiera de las dos formas, la idea no le agradaba para nada. Aún con su arma en mano, el pistolero encontró una salida lateral por la cual huir. Antes de largarse se guardó lo que quedaba de la botella de Whiskey bajo su chaqueta y tomó el revolver del androide muerto. Necesitaría disparar un poco mas de lo normal para llegar hasta su caballo.

   Afuera, los disparos volaban en todas direcciones. El androide, a pesar de ser un solo combatiente, les estaba dando bastante pelea a unos cuantos soldados del ejercito de la República Centralizada de Westlands. La RCW, o "los idiotas del gobernador" como casi todo el mundo les decía, eran una organización creada por el gobernador de Westlands cuando la Gran Noche cayó sobre el territorio. Su objetivo general era garantizar la paz a lo largo y ancho de la región, objetivo que no resultó muy bien. Desde varios años, los intentos de la RCW fueron inútiles, y para la población en general solo eran unos rangers con ganas de matar problemas.

   Con un arma en cada mano, el pistolero salió corriendo por la calle disparandoles principalmente a los miembros de la RCW. El androide, por su lado, no hizo nada, mas que observar sus movimientos. Tras enfundar los revólveres y activar su corcel, Slayer ya se estaba alejando sobre su HorTec, cuando la voz metálica del robot pronunció un grito en su dirección:

-¡Slayer, espérame en la roca empinada que está al noroeste de aquí. Te alcanzaré en tres minutos y medio!

   Ese era el plan del androide, pero no el del pistolero. Avanzó a paso rápido directo hacia el oeste. Existían una serie de cañones donde podría ocultarse si era lo bastante veloz. El intento, sin embargo, fue en vano. Como diez soldados aparecieron persiguiéndolo, y tras unos momentos en esa situación tan complicada, algo imprevisto le ocurrió. Su caballo se apagó en medio de la carrera, cayendo estrepitosamente al suelo. La botella de Whiskey se quebró, y en un breve momento, el pistolero estaba cubierto de alcohol, y de sangre también.

   Nada estaba a su favor, pero prefería morir (uno de los aspectos que no les conté sobre la vida del pistolero) antes que caer prisionero del ejercito. De nuevo desenfundó sus pistolas e hizo todo lo que pudo para mantener la distancia. Sus adversarios comenzaron a correr en círculos alrededor de él, tratando de intimidarlo y capturarlo, sin éxito. Su puntería era tan certera, que podía lograr no uno, sino varios tiros justo al cráneo. Cualquiera que lo hubiese visto en ese momento, estaría convencido, sin duda alguna, que él y las armas de fuego estaban hechos el uno para el otro. Las balas del revolver del androide se terminaron, y como los proyectiles que cargaba consigo no le servían, la tiró a un lado y recargó la suya en cuestión de pocos mili-segundos. No falló ni un solo tiro, y ni uno solo consiguió atinarle.

   Cuando la nube de polvo, producida por los cadáveres que caían con brusquedad sobre la tierra nocturna, se disipó, la verdad era innegable: Slayer había resultado vencedor en la batalla. No obstante, no fue una bala la que lo derribó, ni tampoco la herida que se hizo con la botella, sino un fuerte culatazo en la nuca. Cayó inconsciente al instante, y los pocos soldados de la RCW que quedaban en la zona (menos de quince) se lo llevaron a su cuartel a unos cuantos kilómetros de distancia. Y al final, el pueblo de Cowfield recuperó la calma que lo caracterizaba y volvió a su silenciosa y solitaria rutina.

CONTINUARÁ...

P.D: Primero que nada, un saludo a tí, querido lector. Dado que la historia de Westlands ya tiene mas de tres partes, posiblemente te preguntarás: ¿Cuantas partes tendrá Un Pistolero en Westlands? Siendo honestos, ¡ni siquiera yo lo sé! Es un poco loco, pues tengo el final rondando mi mente, pero no tengo idea de cuanto tardaré en llegar hasta él. No se acabará pronto, así que les pido que sigan leyendo. Esto está por ponerse interesante.

Oh, ¡Gracias por leer!

martes, 14 de noviembre de 2017

Un pistolero en Westlands (Parte 2)

   Después de su pequeña desventura en los Terrenos Inexplorados, el pistolero regresó sobre sus pasos al pequeño pueblo de Cowfield. En aquellos días (mas bien noches) los caminos a recorrer por los viajeros por lo general eran bastante largos y complicados. Entonces apareció el HorTec, una especie de bestia mecánica diseñada para cumplir todas las funciones de un caballo ordinario. Su resistencia era prácticamente ilimitada, por lo que podían correr muchos kilómetros de forma continua. Creado por los Hijos de la Noche, habían puesto la máquina a la venta para el público en general, siendo ésta un rotundo éxito. Nadie pudo explicar que tipo de energía alimentaba tales mecanismos tan complejos, aunque tampoco le importaba a muchas personas. El recibimiento en Cowfield fue bastante frío. Las tres calles que conformaban el pueblo estaban vacías, a excepción de algún que otro cadáver en estado de descomposición.

   Pero el pistolero no esperaba algo mejor. Después de todo, era uno de los caza-recompensas mas odiados de la región. Detuvo su marcha junto a un establecimiento en particular. Se podía leer "BAR" en lo alto de la puerta principal. Tras poner a su caballo en modo de hibernación, desmontó y se dispuso a entrar. Desde la caída del sol, Cowfield era un pueblo en decadencia. Era bastante pequeño, pues menos de treinta personas vivían allí. En otros tiempos, solían ser bastante auto-suficientes gracias al cultivo de alimentos, pero aquello parecía un recuerdo bastante lejano

   Del otro lado de la puerta, un hombre de barba blanca atendía el sitio detrás de la barra. La penumbra era pobremente iluminada por varias antorchas con mucho desgaste. Además del pistolero y el cantinero, otros dos sujetos se hallaban en la taberna. Vestían largas gabardinas negras a la par con sombreros prominentes del mismo color. El pistolero no pudo divisar sus rostros, pero como buen samaritano, los saludó a ambos como si de verdad los conociera:

-Buenas noches, amigos míos. ¿Como se encuentran hoy? ¿Empezaron a beber sin mí?

   No hubo ninguna respuesta. Antes de que Slayer dijera otra palabra, el mesonero intervino:

-Déjelos tranquilos, señor. Parece que no son muy expresivos. Han estado aquí desde hace varias horas y no han dicho ni hecho nada en particular, además de estar sentados ahí con aspecto amenazante. Venga, siéntese, le serviré algo.

   El pistolero asintió con la cabeza y se sentó junto al anciano en la barra. Éste le sirvió un trago de un Whiskey algo antiguo, pero de agradable sabor. 

-¿Piensas cobrarme por esto?-Preguntó el forajido señalando la copa de vidrio.

-Eres muy famoso, pistolero-Contestó el hombre viejo mientras tomaba asiento-. Creo que si decido cobrarte, desenfundarás tu arma y me matarás, ¿o me equivoco?

-En realidad no-Dijo Slayer mientras se servía otra copa de Whiskey.

-¿De donde vienes?

-De los Terrenos Inexplorados. Unos bastardos me estaban persiguiendo, pero los monstruos no tuvieron ninguna misericordia con ellos. Apenas logré escapar.

-Entonces los monstruos existen. Supongo que cada día se aprende algo nuevo...

-¿Y que me cuentas de Cowfield? Quería pasar por aquí antes, pero no tuve esa oportunidad.

-Es un pueblo fantasma, siendo francos. Los visitantes son tan escasos como los alimentos, pero de vez en cuando aparecen algunos científicos haciendo preguntas raras.

-¿Y que tan seguido aparecen esa clase hombres por aquí?

   El pistolero señaló a la pareja sentada en la mesa junto a la entrada. Lo habían dejado un poco intrigado, debía reconocerlo.

-No tanto-Contestó el anciano-. La última vez que vi a alguien con un aspecto similar, buscaba problemas. Pero con suerte...

   El hombre quedó en silencio, cuando en el exterior, el trote de unos HorTec se aproximaban al bar. El pistolero solo se limitó a servirse otro trago y esperar con paciencia. Del otro lado de la puerta de madera, aparecieron otros dos sujetos armados con rifles de repetición. Su vestimenta indicaba que eran militares, pero el cantinero no pudo identificar a cual ejercito pertenecían.

-Muy bien, infelices-Exclamó uno de ellos-. Hemos venido aquí buscando a aquel conocido como Slayer. Si cooperan con nosotros podremos irnos sin hacer mas escándalo del necesario.

-Dame un minuto, camarada-Dijo Slayer mientras se servía una última copa. El alcohol parecía empezar a afectarlo un poco-. Un último trago y los atiendo.

-Por orden de nuestro sargento en jefe, debes venir con nosotros o...

   Los dos sujetos enigmáticos se pusieron de pie y callaron al soldado con un disparo a quemarropa. Una lluvia de balas se desató en el lugar, mientras que el pistolero terminaba su bebida con una tranquilidad propia de un borracho.

CONTINUARÁ...

sábado, 11 de noviembre de 2017

Un pistolero en Westlands (Parte 1)

   Hace mucho tiempo, en una tierra diferente a la que habitamos actualmente, vivía un pistolero. La eterna noche en la que su mundo estaba envuelto, era la menor de sus preocupaciones. Desde hacia un par de días, unos antiguos amigos suyos lo habían perseguido sin parar, pues tenían la intención de saldar ciertas deudas que tenían pendientes. Sin embargo, el pistolero se había ocultado (de forma temporal, por supuesto) en los Terrenos Inexplorados, retrasando la búsqueda de sus ex-colegas. Así era la vida del pistolero, para bien o para mal. Traicionar a sus colegas y amigos era algo que éste era incapaz de evitar. Después de que sus conocidos no podían ofrecerle ninguna clase de aporte para sus propósitos, el sujeto los abandonaba de ser posible, y si no, los mataba con su mortífero revolver de ocho balas. Durante muchos años, estuvo repitiendo este proceso a lo largo y ancho del territorio de Westlands. Era extraño, pero seguía con vida. Por su forma de ser, muchos lo conocieron bajo un nombre que unos campesinos le pusieron: Slayer. 

   Aquella noche, se encontraba descansando en un campamento improvisado que había construido en una pequeña colina. Todo su alrededor estaba cubierto de una bruma realmente densa. No se podía divisar nada. Su HorTec yacía al lado de la fogata, en modo de hibernación. El pistolero no se atrevía a conciliar el sueño, decisión que un sitio tan inhóspito como lo son los Terrenos Inexplorados, resultaba sabia en verdad. Ubicados en el Éste de Westlands, los Terrenos Inexplorados eran conocidos como un área cuya extensión era un misterio. La niebla era mas pesada en ese lugar que en ningún otro sitio. Mas allá de las fronteras, criaturas horrorosas de aspecto indescriptible acechaban a los viajeros que se atrevieran a entrar allí, y no quedaron muchos testigos que contaran esas historias. Para muchos, solo eran cuentos para niños, pero el pistolero había dejado de ser uno desde varias décadas.

   A su alrededor, el augurio de seres extraños, ocultos en las tinieblas, era el recordatorio perfecto de porqué no podía permitirse ni el mas pequeño descuido. Con cierta regularidad, revisaba las cámaras de su revolver para asegurarse de que todas estuviesen llenas. Mas de uno, en una situación similar, se hubiesen pegado un tiro en esas circunstancias. Pero el pistolero era diferente. Su serenidad y su paciencia, eran cualidades que mas de un caza-recompensas desearía tener. Unos ruidos entre la niebla llamaron especialmente su atención. Los reconoció como el relinchar de varios HorTec. No lo pensó dos veces y apagó la fogata lo mas rápido que pudo.

   Por un momento, los caballos mecánicos se detuvieron por unos instantes. El silencio era sepulcral, y las criaturas podrían aparecer en cualquier momento ante la ausencia de luz. Muchos disparos se oyeron a la lejanía, entremezclados con los gritos de varios hombres y ciertos rugidos, todos desconocidos para el pistolero. Se acercó con suma cautela a su caballo, listo para salir corriendo en caso de haber problemas. A unos metros de él, el pistolero distinguió a un jinete bastante alterado. Giraba en todas direcciones con su HorTec, como si no supiera que hacer. Era uno de los hombres que le seguían la pista al gran Slayer, pero se había quedado solo.


   El pistolero, silencioso como un cuchillo, apuntó su arma hacia el temeroso muchacho, que aún no se había percatado de su presencia. El disparo fue sonoro y debió oírse a unos cuantos kilómetros. Slayer maldijo para sus adentros, pues el tiro había impactado en la espalda del sujeto, cuando éste apuntaba a la cabeza. Tomó su respectivo caballo y se paró en seco junto al chico moribundo. Una mezcla de indignación y furia se dibujó en el rostro del joven, quien impotente, trató de alcanzar a su atacante con sus manos, sin éxito. El pistolero volvió a apuntar, y tras tirar del percutor, la vida de aquel hombre se desvaneció con un solo movimiento de la muñeca. Esa noche fue bastante difícil, pues el pistolero tuvo que pelear con varios monstruos para huir de los Terrenos Inexplorados. Al final, sobrevivió para respirar el aire nocturno por un buen rato.


CONTINUARÁ...